domingo, 22 de febrero de 2015

Fascismo de consorcio I, II y III: por Alfredo Grande

Fascismo de consorcio (I)

Jueves, 29 Enero 2015
Alfredo Grande
(APe).- Los denominados países emergentes, subdesarrollados, esperen que llegamos, qué hicimos nosotros para merecer esto, o cualquier otra denominación que nos parezca apropiada, no tienen la capacidad objetiva de amplificar los escenarios. No es lo mismo “La guerra gaucha” que la “La guerra de las galaxias”. Como escribió Payró, somos más del “pago chico”. Leer nota completa...

Fascismo de consorcio (II)

Jueves 5 de febrero - 2015
Alfredo Grande
(APe).- Ya el debate político no puede polarizarse entre izquierda y derecha. La internet ha reemplazado a cualquier forma de encuentro, lo único permanente no es la revolución sino la contra revolución, de la revolución por etapas lo único que queda es la tarjeta Cabal, no hay clase trabajadora yni proletarios.
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Fascismo de consorcio (Ultima parte)


Jueves, 12 de febrero - 2015

Alfredo Grande

(APe).-Esta es la última parte del trabajo Fascismo de Consorcio, pero lamentablemente el Fascismo de Consorcio continuará en las próximas décadas. Para aquellos que piensan que soy pesimista, una mezcla de payaso mala onda y Soledad Solari, lean cómo el poder manda a patotear a los murgueros con la Policía. Leer nota completa...

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Fascismo de consorcio I, II y III: Por Alfredo Grande
Publicado:  Enero y febrero de 2015
Por Alfredo Grande
I.- Los denominados países emergentes, subdesarrollados, esperen que llegamos, qué hicimos nosotros para merecer esto, o cualquier otra denominación que nos parezca apropiada, no tienen la capacidad objetiva de amplificar los escenarios. No es lo mismo “La guerra gaucha” que la “La guerra de las galaxias”. Como escribió Payró, somos más del “pago chico”. Jose Blejer que fue uno de los pocos psicoanalistas marxistas que en Argentina han sido, acuñó el concepto de “superfetación”. La desmesura, la exageración, la amplificación bizarra de lo pequeño, lo
inmaduro, lo precario. El slogan del lopezreguismo: Argentina Potencia.
Más adecuado para la propaganda de una nafta que para describir la realidad de una república que en pocos meses se perdería en las garras del terrorismo de estado. Los teóricos, los intelectuales de fuste, explican o al menos intentan explicar, que apenas es una máscara del encubrimiento, que en la Argentina no hay fascismo. De hecho pero sin derecho, la tomografía computada del arco partidario nunca incluye el diagnóstico de “fascismo agudo, crónico, con o sin metástasis, incurable”. El diagnóstico más audaz es “derecha”. A veces, entre murmullos, extrema derecha. Como si la derecha pudiera no extremarse.

Para no entrar en discusiones, porque una vez que entramos es difícil salir, propongo el concepto político para contribuir al pensamiento nacional de “fascismo de consorcio”. Es algo así como un fascismo interruptus. Desviatus. Encubierto o maquillado. Es una bestia que siempre consigue transformarse en un príncipe hermoso por el amor de la bella y de la belleza del pueblo que nunca se equivoca. O sea: nunca reconoce que se equivoca porque para eso está el Poder de inventar y alucinar pasado, presente y futuro.

El corazón del que vota tiene razones que la razón ciudadana y proletaria no entiende. “Síganme que no los voy a defraudar” Pero no me acompañen que para eso tengo mis cómplices. Y síganme de lejos, que tampoco es cuestión de avivar giles. Aunque el denominado “grupo de los 8” no siguió y combatió. El siempre procesado pero nunca condenado Menem es el paradigma de lo que denomino “fascismo de consorcio”. Cambió su propio pasado, aquel que le permitió ganarle la interna a Cafiero. Su acto más heroico fue desalojar por la fuerza del brigadier Antonietti a su esposa de la residencia de Olivos. Le dio el olivo en una clarísima muestra de violencia de género.

Luego fue el padre heroico que negó el asesinato de su hijo. El fundante del fascismo es, a mi criterio, la hegemonía absoluta y total de la jerarquía. El orden jerárquico entroniza la naturaleza en la cultura, transformando a ésta en cultura represora. En forma simultánea y paradojal, el Poder construirá formidables mecanismos de encubrimiento y desmentida de ese Orden Jerárquico. Por ejemplo: dirá “Presidente” cuando en realidad es un Conductor. Un Mesías diabólico. Un anti cristo secundado por multiplicidad de falsos profetas. Temiendo los anatemas de amigos y los insultos de enemigos, el Orden Jerárquico dirá Primer Trabajador. De la noche a la mañana. Sin beneficio de inventario.

Otra de las invenciones del fascismo de consorcio es hacer abstracto lo material y hacer material lo abstracto. Eva Perón fue consagrada como “Jefa Espiritual de la Nación”, pero el Poder prohibió que fuera la vice presidenta material de la República. Por su anatema, tan lacerante como el de la Malinche, el peronismo no será. Es decir: no será materialidad revolucionaria, aunque pueda sostenerse como abstracción reaccionaria.

Algunos llaman a esto “capitalismo serio”, que en forma simultánea y paradojal fue desmentido como “y derechos humanos”. La cena está servida y el almuerzo también. Cuando la Presidenta dice que la democracia está en deuda con la reforma, maquillaje o tapadera de los servicios de espionaje del Estado (ya dije que llamar a eso inteligencia es una ofensa a la inteligencia, incluso la del pensamiento nacional) coloca en el mismo container a la democracia en pañales de Alfonsín con la década ganada del kirchnerismo. Aunque para mí el presidente que derrotó al peronismo no proscripto no es el padre de la democracia, al menos lo considero un tío o un buen padrastro, debo recordar que tenía como enemigos totales a la Iglesia (ley de divorcio), a la CGT (ley Mucci derrotada por pocos votos), a las Fuerzas Armadas (heridas y rencorosas por la Conadep y el Juicio a los Comandantes). Nunca tuvo Poder para intervenir en el bastión más poderoso del fascismo de consorcio que son los Servicios de Espionaje Ilegal.

La denominada “voluntad política” de Menem a la actualidad siempre estuvo ausente para pulverizar la guarida de las fieras que sostienen todo fascismo, incluso el de consorcio.

Con dolor acepto que del suicidio de Lisandro de la Torre a la muerte del fiscal Nisman se abre un abismo donde se hunden la ética, la dignidad y la decencia. El fiscal que nunca conocí fue asesinado, aunque fuera por él mismo. Los suicidios de los personajes que se creen heroicos, salvadores de la patria aunque la estén destruyendo, tienen otro montaje. Otra escenografía. Como en el mundo de las apariencias de la cultura represora las apariencias no engañan, el fiscal pudo tener un delirio fantástico. Quizá un delirio de consorcio, sin llegar a la desmesura de una parafrenia.

Insisto: hablo de aquello que del fiscal me llega tanto por medios oficiales cuanto opositores. Las denuncias sin fundamento, las enormes epopeyas del héroe individual, abren duda razonable sobre el pasaje de pensamiento a idea delirante.

Pero esto no es el final, sino el principio de nuestra tragedia. Porque todo delirio tiene un núcleo de verdad. Entonces el problema, que puede ser dilema, es cuál es el núcleo de verdad del delirio del fiscal.

Yo señalo algunos: el pacto perverso entre los integrantes de la SIE que no pudo desarmar Beliz en los comienzos de la década; el memorando de entendimiento cuya discusión fue empantanada por la sordera del oficialismo; la ley antiterrorista; el proyecto X; la designación de Milani; la represión armada de la protesta social; el exterminio de pueblos originarios; el hambre, otro crimen de lesa humanidad; las desapariciones negadas en democracia; las masacres maquilladas de accidentes o tragedias; la resaca reaccionaria que no había sido conmovida ni controlada ni menos sancionada.

Estas cosas y otras muchas pudieron decantar en una certeza: entre bueyes fachos hay cornadas. Y como un Quijote al revés, hizo una denuncia de pago grande desde una mente pequeña. La única forma de desarmar la denuncia delirante era exponerla a la luz del sol, o al menos, del Congreso. Pienso que la muerte de Nisman, en cualquiera de sus variantes que en realidad es una sola, es un acto fallido del Poder. La negligencia absoluta es una forma de culpabilidad. Acto fallido porque no se planificó la muerte, pero tampoco se garantizó la vida. Hay un inconsciente político que habitualmente el Poder desprecia. Pero que lo perfora con o sin anestesia.

La Presidenta hablando desde su silla de ruedas, exponiendo la fractura como razón de estado, no es una impostura. Es un diagnóstico institucional. El Poder está quebrado. Seguirá caminando, incluso puede llegar primero a la meta, porque compite con muchos lisiados políticos. Demasiados del mismo palo que ahora no sirven ni para astillas. Lo jurídico será un laberinto donde nos espera el minotauro de los burócratas. Sugiero no entrar. El único análisis es político. No debe importar qué es peor o qué es mejor: la SIDE o Milani. Ni vampiros ni hombres lobo. La democracia dejará de ser un sticker.

Permitir que el fascismo de consorcio administre esta situación, es darles el tiempo que necesitan para curar la fractura. La calesita, la puerta giratoria, eso que denominan la democrática alternancia en el poder, es una de las más poderosas estafas. El Poder sabe cambiar el pasado para modelar un futuro de muerte. Todas las izquierdas todas, clasistas, anticapitalistas y anti imperialistas, con los tapones y botines de punta, construirán un futuro de vida, sin cambiar el pasado. El arma de las izquierdas es la memoria histórica y nunca más, ninguna sangre que fue derramada, será nuevamente negociada.

II Se ha dicho hasta el cansancio, especialmente el cansancio de quien lo escucha, que ya el debate político no puede polarizarse entre izquierda y derecha. Y tampoco entre socialismo y capitalismo. Que los tiempos han cambiado, que la internet ha reemplazado a cualquier forma de encuentro, que lo único permanente no es la revolución sino la contra revolución, que de la revolución por etapas lo único que queda es la tarjeta Cabal, que no hay clase trabajadora y mucho menos proletarios en el mundo, que además de no unirse, ni siquiera se acercan.

Hasta el cansancio se insiste en la creación de nuevas categorías políticas, de tal modo de poder dar cuenta de todos los nuevos fenómenos que, postmodernismo, postmarxismo, postperonismo, postradicalismo y algunos otros post mediante, ya no pueden pensarse con las anquilosadas categorías de los principios de algún siglo.

Del trasvasamiento generacional hemos pasado a un vaciamiento institucional. Del acto de gobierno se pasó a la gobernabilidad, que, como definí alguna vez, es reinar con la apariencia de gobernar. Pero de la gobernabilidad se pasó a la importancia de gestionar.

La palabra clave en los tiempos que corren y que de tanto correr se cansan cada vez más rápido es: gestión. Decir que una persona tiene experiencia en gestión, es un mérito en sí mismo. Nadie pregunta de qué tipo de gestión tiene experiencia. Da lo mismo que sea un hospital o un desarmadero de automóviles. Una cooperativa de trabajo en salud mental o una asesoría financiera para lavar dinero sucio.

La corrupta palabra gestión goza de una neutralidad que espanta. Tiene mayor mérito haber tenido una pésima gestión que no haber tenido ninguna. Como decía un paciente de las relaciones sexuales: mejor malas que ninguna. Que muchas gestiones terminen en terribles indigestiones, con desafueros, trompadas, destituciones, escraches, poco y nada importa. Siempre se puede volver a intentar gestionar, ya que es inmanente a cualquier gestión, gestionar los mecanismos adecuados que garanticen la absoluta impunidad de cualquier gestión.

La puerta giratoria es la única que conocen los funcionarios gestionadores. Lo que denomino “fascismo de consorcio” es, entre muchas cosas, la exégesis permanente de la Gestión. “Sabe gestionar”… acompañado de un guiño cómplice. Y digo cómplice en sentido literal. No hay impunidad sin complicidad. Pero cuando la complicidad es en el nivel de los Estados, hablamos de “copartícipes necesarios”. Incluso para un suicidio, el Estado es copartícipe por acción de lo malo o por omisión de lo bueno. Y no hay complicidad sin una Jerarquía Absoluta, más allá y más acá que esa jerarquía tenga el origen noble de las aristocracias o el profano origen de los votos.

Si para nuestro Himno Nacional la igualdad es noble, pocas esperanzas nos quedan.

Para el fascismo de consorcio las mayorías, incluso las mayorías simples, otorgan el ansiado y deseado Absoluto Poder Absoluto. En primera, segunda, tercera vuelta. Lo que importa es ir por todo, y quedarse con todo.

La concepción supraterrenal de este Poder es absolutamente necesaria para el fascismo de consorcio. Supraterrenal no necesariamente significa de origen y mandato Divino. Pero de tenerlo, suma. Hasta el cansancio se insiste en el origen democrático del poder, aunque el destino sea no pocas veces visceralmente antidemocrático.

Hoy la denominada inteligencia que apenas araña ser espionaje y vigilancia, está monopolizada por un militar sobre el cual hay denuncias de violaciones a los derechos humanos. Puede ser inocente, pero todavía no está probado. Y como la mujer del César, no tiene que ser honesta: tiene que parecerlo. Y este general mucho no lo parece. El fascismo de consorcio se construye desde liderazgos consistentes, que al principio al menos exhiben coherencia y disfrutan de credibilidad. Cuando la coherencia y la credibilidad comienzan el descenso, la consistencia se transforma en dura insistencia y luego en delirante persistencia.

Todo ese escenario de por sí lamentable, tiene un aliado que le da el privilegio de la inmortalidad. Lo he denominado hace años como “retroprogresismo”. El progresista, que es algo así como el primo tercero o cuarto del revolucionario, se va enredando en su propia madeja y termina como una araña prisionera de su tela.

El progresismo no avanza, pero su retroceso es tan bizarro, tan rebuscado, tan saturado de falsedades y de falsos profetas, que encubre su trágico final. Es retro porque prepara el advenimiento del fascismo de consorcio. Un botón que vale de muestra. Felipe González que puso la alfombra roja a Aznar. Aníbal Ibarra le dio la masacre de cromagnon al ingeniero de la triste figura, Mauricio que es Macri.

Una de las pornografías políticas del retroprogresismo es culpar a las víctimas de sus desgracias. Casi 200 masacrados en Cromagnon, más del doble de la masacre de Amia. Ellos y ellas, masacrados, tuvieron la culpa de la destitución del Jefe de Gobierno.

El cinismo y la cara de piedra son constantes de todas las formas del retroprogresismo. La pareja siniestra “fascismo de consorcio – retroprogresismo” tiene en nuestra querida y sufrida Patria aproximadamente el 85% de la intención de voto. La amalgama es realizada en los altares del Estado Nación. El Estado es el botín de guerra y el botín de tregua tanto del fascismo de consorcio como del retroprogresismo.

Desde ya, un Estado como gran gerenciador del capital nacional y transnacional. La armonía entre capital y trabajo, la comunidad organizada, la alianza de clases, todos los mitos todos que sostienen el robo institucionalizado que alguien bautizó como “plusvalía”.

Si como sostengo hace ya décadas (¡como pasa el tiempo!) el escándalo es la cara visible de la hipocresía, la muerte post asesinato del fiscal Nisman pone en superficie que en su fundante, el fascismo de consorcio y el retroprogresismo se dan la mano. Obviamente una mano bañada en la sangre de las víctimas de todo tipo de crueldad.

Las secuelas de las masacres son peores que las masacres. La Trata es una masacre de mujeres, y no es viable sin que los Estados sean copartícipes en algunos o en todos sus niveles. La dignidad del villero no es lo mismo que la dignidad de la villa. Que no casualmente fue bautizada como “miseria”.

La gestión necesita que si hay miseria, crueldad, todo tipo de injusticias, barbaries civilizatorias, nunca, pero nunca, se note. Algunos llaman a esto pauta oficial de publicidad.

El hada azul de toda política de estado, para que a los pinochos de turno no se les descubra el aumento del tamaño de la nariz después de cada conferencia de prensa. El resultado de la batalla sin final entre fascismo de consorcio y retroprogresismo no es importante. El nazismo ganó ampliamente la segunda guerra mundial y su vigencia actual se llama Actas Patrióticas. Para que no se noten las pruebas del auto atentado. Los herederos de las masacres de Roca siguen siendo masacrados. La “gran democracia del norte” asesina presidentes y extermina pueblos. No tengo ganas de elegir entre un rotweiller y un mastín napolitano. Son dos especies asesinas.

Toda política que interpele a esa siniestra pareja, tendrá que construir su propia coherencia, su propia consistencia y por lo tanto, su propia credibilidad. Penosa y patéticamente, el mesianismo, el sectarismo, el iluminismo, el pragmatismo, son el veneno que el fascismo de consorcio y el retroprogresismo ha infiltrado en los colectivos que pretenden combatirlos.

El permanente análisis colectivo de la implicación es necesario para no empezar luchando contra todos los banquetes, para luego conformarse comiendo las sobras. Deseo incluir un párrafo del documento de APEMIA: “Para terminar con la impunidad y saber la verdad, hacemos un llamamiento a todo el pueblo argentino para que, junto a organizaciones políticas, sociales y de derechos humanos, impulsemos una campaña exigiendo que se constituya en el Parlamento una Comisión Investigadora Independiente, integrada por referentes incuestionables del pueblo argentino, los familiares de las víctimas y diputados y senadores. Exigimos la apertura de los archivos secretos, la disolución efectiva de la Secretaría de Inteligencia y el esclarecimiento de la muerte de Nisman y de la masacre impune de la AMIA”. La verdad nos hará libres, pero antes hay que conquistar la libertad necesaria para desear la verdad. Y ese deseo de verdad podrá arrasar con el fascismo de consorcio, el retroprogresismo y solo entonces será nuestra la profecía de Milanés y“caminaremos las calles nuevamente, de lo que fue Santiago ensangrentada”

III- Esta es la última parte del trabajo Fascismo de Consorcio, pero lamentablemente el Fascismo de Consorcio continuará en las próximas décadas. Para aquellos que piensan que soy pesimista, una mezcla de payaso mala onda y Soledad Solari, lean esta información: “Parlamento murguero – Murgas de La Matanza” denunció que el intendente Fernando Espinoza prohíbe los corsos de las murgas independientes y autogestivas por medio de una ordenanza que no permite realizar corsos en espacios públicos. El poder manda a patotear a los murgueros con la Policía. Una vergüenza. Sin embargo, para el oficialismo que organiza el denominado “Carnaval Federal” en la intersección de las avenidas Juan Manuel de Rosas y Presidente Perón, la norma que prohíbe los corsos no existe”.

Como ya he dicho, para muestra basta un botón. Pero ese botón debe cumplir con la función de un analizador. Es decir: aquello que nos permite atravesar lo convencional, la banalidad del bien y la banalidad del mal, y sumergirnos en lo fundante. Lo que es necesario prohibir es la autogestión, incluso de algo tan estacional como una murga. Los dispositivos autogestionarios son el único antídoto contra el fascismo de consorcio.

La jerarquía, esa locura permanente de todos los poderes, queda abolida cuando cada sujeto es autor, director y protagonista de su vida. Deja de ser el individuo de la queja, incluso de la protesta, y pasa a ser sujeto del combate. Para eso, es necesaria la inclusión en colectivos, que son grupos con una estrategia de poder.

En el fascismo de consorcio, el poder del individuo es expropiado, y los expropiadores de turno reciben diferentes nombres. El de menor rango: puntero. El ascenso en las jerarquías es motivo de combates caníbales entre los diferentes estamentos que las integran. Algunos llaman a esto “primarias abiertas, simultáneas y obligatorias”. Toda la energía en el fascismo de consorcio está puesta en el origen del poder. La idealización del voto como fuente de toda razón y justicia, es una de las trampas más canallescas.

El posmoderno fraude patriótico ya no necesita la estafa del recuento de votos, ni falsificar la identidad de los votantes. No la necesita pero también la sigue usando, porque es difícil abandonar las viejas mañas. El mejor fraude, el más inapelable, el que no admite ningún tipo de cuestionamiento, es hacer lo contrario de lo que se prometió. Muchos funcionarios actuales, estrellas de la década ganada, fueron seguidores acérrimos y nada paupérrimos del mejor representante del fascismo de consorcio: Carlos Saúl Menem. Su alianza con los Born, luego con los Alsogaray, finalmente con el gerenciador del golpe blando contra Alfonsín. Nada más menos que el Domingo. Diez años en los cuales la traición a la Patria fue moneda de cambio.

Pero al decir de los pibes, el fascismo de consorcio garpa. La corrupción es su daño colateral, frontal y lateral más permanente. No deja de ser curiosamente lamentable, que muchas y muchos que se oponen enérgicamente al fascismo de consorcio, han sido cómplices y copartícipes del Fascismo. Jerarquías de la Iglesia, del Empresariado, de las Academias, etc, han participado de todos los banquetes del absoluto poder de las Fuerzas Armadas para el saqueo y para la masacre.

Alguien podría argumentar que el fascismo de consorcio es un mal menor frente al terror absoluto del Fascismo. Es exactamente al revés. El fascismo de consorcio es el que va preparando, acostumbrando, incluso deseando, al Fascismo. Bertold Brecht lo describe en forma magistral en su obra teatral “La resistible ascensión de Arturo Ui”. Wilhem Reich, discípulo maldito de Freud, el que en forma más profunda fecundó al psicoanálisis con el marxismo, postuló que las masas alemanas deseaban al Fascismo.

Esta fascinación por el fascismo de consorcio quizá explique porqué a los proletarios tanto les ha costado unirse, incluso acercarse. Los burgueses tienen una conciencia de clase en sí y para sí, de la que carecen los trabajadores. En no pocos sindicatos el fascismo de consorcio es asumido con la naturalidad que dan las décadas de poder continuo. En las grandes empresas transnacionales, el nombre que recibe el fascismo de consorcio es “corporación”.

La lógica corporativa es la expresión de una jerarquía absoluta, una especie de ley del gallinero 5 estrellas. Si pensamos en España, el fascismo de consorcio del Partido Popular ha preparado el Fascismo. Los amigos del pueblo vasco en Argentina informan: La Fiscalía de ese tribunal fascista que es la Audiencia Española, plantea disolver Askapena y otras organizaciones similares, solicitando además seis años de cárcel para los compañeros Walter Wendelin, Gabi Basañez, David Soto, Aritz Ganboa y Unai Vázquez, a pesar de que todos ellos ya han pasado por prisión. En la Argentina, se habla con llamativa banalidad, de que es un país “presidencialista”. O sea: el Poder Ejecutivo tiene la primera y la última palabra. A ésta última palabra algunos la llaman veto, que para mayor arbitrariedad puede ser “parcial”. Para destruir el todo de una ley, es suficiente con tachar algunos de sus artículos esenciales.

El fascismo de consorcio de Isabel Perón evolucionó rápidamente a un Fascismo que tomó el nombre de Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Desde ya, no era el comunismo de hoy, al menos en sus expresiones partidarias. Era el comunismo de la lucha de clases, del combate contra las burguesías oligopólicas. Esas que luego aplaudieron a la Junta Militar. Pero el primer trabajo de ablandamiento ya estaba hecho. En esas épocas no se hablaba de “golpe blando”, pero fue exactamente eso lo que padeció el Tío Cámpora. No sé cuantos militantes de “La Cámpora” conocen la traición que soportó hasta el exilio y la muerte el Presidente que le dio su nombre.

En el fascismo de consorcio no hay enemigos. Se habla de adversarios, opositores, ocasionales contendientes. Y tienen razón. Porque la categoría de “enemigo” solo designa al enemigo de clase. Y los que sostienen, fomentan, difunden, amplifican y disfrutan de todas las formas de fascismo de consorcio, son de la misma clase. La clase explotadora, apropiadora de todas las formas de la riqueza, y cuya suma, multiplicación y potenciación constituye lo que denomino “cultura represora”.

Es necesario que todos los colectivos que pretender enfrentar a la cultura represora no copien sus mecanismos. Lo que se denomina sectarismo no es otra cosa que el contagio de fascismo de consorcio en aquellos que quieren combatirlo. Es el comienzo del suicidio político o de los oportunismos mas infames. Otra de las más notables características del fascismo de consorcio, es la absoluta falta de autocrítica.

El periodista y militante político Herman Schiller compartió una editorial “La Side y la criminalidad estatal”, del 31 de julio del 2004, en su célebre programa “Leña al fuego”: “En 1949, cuando la heroica lucha de los ferroviarios confirmaba que no todo el movimiento obrero estaba entregado, fue creado un organismo represivo de inteligencia llamado "Control de Estado", cuyo objetivo era neutralizar los bolsones opositores y combativos que aun quedaban entre los trabajadores. La idea del gobierno era estructurar al nuevo organismo de acuerdo al modelo de las potencias europeas de derecha de la década del treinta. Ese modelo, en Italia, en Alemania, en España y Portugal, así como también en la Francia de Petain, les había dado muy buenos resultados” .

De 1945 a 2015, la SIDE, productora y sostenedora del fascismo de consorcio en el espionaje mas abyecto, se mantuvo como un “estado dentro del estado”. ¿Quién votó alguna vez a Stiuso? Por eso la muerte de Nisman es un analizador implacable del grado de encubrimiento de lo que llamamos democracia representativa. Grotesco político, farsa ciudadana, que para mantener la credulidad de los votantes necesita invertir fabulosas sumas de dinero en infernales aparatos de publicidad. Una década ganada para terminar descubriendo que el Estado sigue con su siniestra presencia tolerando un antro de poder corrupto, y que no solo la procesión, sino también la represión institucional, van por dentro.

¿Disolver la SIDE? Después del proyecto X, la ley anti terrorista, el saqueo de los pueblos originarios, y otras inmundicias, nada puede ser disuelto ya. Hasta el Jefe del Operativo “Deshaciendo Buenos Aires” se permite ser el fiscal de aquello que propicia.

Si la caridad bien entendida empieza por casa, arrasar con el Fascismo también empieza por interpelar el fascismo de consorcio que es como decir, nuestro cotidiano fascista. Guerra cultural contra las derechas, ya que la batalla cultural contra las izquierdas se viene librando hace más de un siglo. Y creo que no son pocos los que están libres de fascismo de consorcio. Quizá solo quepa esperar que tiren las primeras piedras. Y las últimas.

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