miércoles, 20 de junio de 2012

Alfredo Grande: Gorilopolio



Gorilopolio (segunda parte)
Por Alfredo Grande   
“Todos somos iguales ante la ley. Pero la ley no es igual para todos”
(aforismo implicado)
“Darío fue asesinado hace diez años en la Estación Avellaneda. Pero con su muerte no termina la historia, sino que empieza: la historia de una dignidad rebelde que se niega a entregarse y decide luchar. Por eso Darío no se fue, vive en las miradas limpias y los puños apretados de miles de jóvenes que ven en él un ejemplo de solidaridad y compromiso.” (Darío Santillán,
La Dignidad Rebelde”. Un documental de Miguel Mirra)


(APe).- A veces la vida no te da sorpresas. En la Argentina de hoy, hay un triple registro de la impunidad: el jurídico, el político y el cultural. La impunidad es un logro absoluto de la cultura represora. El que las hace, no las paga. El que rompe, no paga. El que mata, no paga. Nadie paga, aunque tenga que pagar fortunas para sostener la impunidad. El código más justo, conocido como la ley del talión, establece una exacta equivalencia entre el crimen y el castigo. Ojo por ojo. Ni mas, ni menos. A nadie se le saca toda la dentadura, por haber roto un diente. Pero las formas encubridoras e hipócritas de la justicia burguesa, ha perforado esa evidencia para demonizar la ley de talión y divinizar los laberintos del derecho y los códigos procesales. Como siempre, y en esto tampoco la vida nos da sorpresas, la cultura represora tiene su slogan represor. “Sentencia firme”. ¿Qué determina la firmeza de una sentencia? ¿Cómo hacemos para  darle firmeza a una sentencia? ¿Poximix? ¿Maicena? La certeza delirante, refractaria a todo esfuerzo de
pensamiento, ubica como causa aquello que, en realidad, es consecuencia. No hay impunidad porque la sentencia no está firme. La sentencia no está firme para garantizar la impunidad. La cultura represora sostiene la paradoja y la racionalidad invertida. O sea: contradicciones que no pueden tener síntesis superadora y mencionar como efectos lo que, en realidad, son causas. La situación emblemática actual es la probable, y digo improbable pero posible, salida en libertad del comisario asesino Franchiotti. Aunque, en realidad, ya está saliendo de paseo, supongo que con algunas compras. Condenado a cadena perpetua, parece que son cadenas de telgopor. Uno de los tantos responsables de la masacre de Avellaneda, su responsabilidad se desliza hacia el pantano de la culpabilidad. Que además de ser individual, es institucional. Porque las fuerzas de seguridad para el sistema  burgués, fueron el brazo armado de una decisión política: del 2001 no se sale por izquierda. Quiero decir: por izquierda combativa, clasista, autogestionaria. Se sale por centro, incluso centro izquierda, por derecha, incluso centro derecha, pero siempre sosteniendo que el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes. Que tienen que tener dietas que les aseguren suculentas dietas, viajes, hoteles, prebendas, privilegios varios. Supongo que pronto usarán pelucas y  miriñaques. Hoy la representación política es restitución. O sea: forma sin fondo. Apariencia sin esencia. Pero la crítica incisiva de las instituciones de la república, tiene el anatema actual de tener, como dice el ingenio de Daniel Paz y Rudy, un “gorilik atack”. Cuando hay menos humor y más temple represor, el dedazo acusador pontifica: ¡gorila!. Discriminación violenta y peligrosa. Por supuesto, Franchiotti no recibe ese apelativo, cuando es un analizador evidente del ataque bestial contra una organización popular. No quiero escuchar que hay gorilas buenos, o sea, fuerzas de choque contra militancia de izquierda. Y gorilas malos, que son todos los que critican, desde la ideología que sea, al gobierno nacional y popular. ¿No ha llegado el momento de ampliar el significante “gorila” para incluir a todos y todas que enfrentan y masacran todo movimiento popular? ¿Los que desaparecieron a Luciano Arruga, que tipo de gorilas son? La masacre de Once, no coloca en la categoría de gorila a los concesionarios prebendarios de TBA? ¿No son crías de gorilas las patotas que salen a “cazar pendejos”, como ha denunciado Oscar Castelucci (presidente de la Fundación Martín Castelucci) en la radio por internet  “La Retaguardia”? El asesinato en plaza san Martín, ni el primero ni el último, ¿no puede ser pensado como una estrategia gorila para arrasar con la juventud? ¿Los gorilas que asesinaron a Mariano Ferreyra son menos gorilas que los asesinos que amparados en la impunidad aérea de los Gloster Meteor bombardearon la Plaza de Mayo? Si la categoría “gorila” solamente se utiliza para los opositores al gobierno, pronto será una categoría tan reaccionaria como “negros de mierda”. Supongo que en este momento, en un cargo importante del Gorilopolio está Hugo Moyano. Lo que impedirá que el conflicto se resuelva por izquierda pero con toda seguridad, demanda penal mediante, se paralice por derecha. Desarmar el Gorilopolio es necesario para poder enfrentar a los enemigos verdaderos del pueblo trabajador. Que, y hasta resulta obvio aclararlo, no son los trabajadores.



Gorilopolio
Por Alfredo Grande   


dali-nota-Alfredo-1
“perdoname gaucho Martín Fierro, pero en la actualidad de la cultura represora, es vergüenza ser pobre y no es vergüenza ser ladrón” 
(aforismo implicado)


“A los Directores de la Revista Sudestada de nuestra consideración:
Ante la mentira calumniosa de Osvaldo Bayer, sobre lo que dice Hebe y las Madres, nos sentimos agraviadas y rechazamos sus conceptos. Además de considerarnos como corderos que somos llevadas como un rebaño. Las Madres somos pensantes, hacemos y decimos según nuestros principios, nadie nos lleva de la nariz. Sr. Osvaldo, usted se cree omnipotente, usted opina sobre Rodolfo Walsh, y nosotras decimos: Rodolfo Walsh tuvo la valentía de escribir una carta a la Junta Militar, se quedó en el país y le costó la vida. ¡Usted se fue! Usted habla de las villas y miente en referencia a la contestación de Hebe. Las Madres erradicamos villas, creamos trabajo, viviendas, escuelas y hospitales. ¿Usted cuando hizo viviendas? ¿Cuándo fue a educar en las villas? Cuándo participó para trabajar en ellas? La verdad, Don Osvaldo, da vergüenza ajena sentirlo rebajarse tanto por desacreditar a las Madres y a nuestro querido gobierno. Debería despojarse de su gran gorilismo para poder comprender este proyecto nacional y popular que apoyamos todo el pueblo.
Asociación Madres de Plaza de Mayo”



(APe).- Cuando el destino se aparta, se extravía, se desvía del origen, algo huele a podrido y no sólo en Dinamarca. Jesús predica la buena nueva de la religión del amor. La Iglesia Católica en Argentina hace un pacto perverso con genocidas y torturadores. Del amor al terror, un extravío sin retorno. Desde ya, el destino no puede copiar al origen. Si lo hiciera, estaríamos ante la evidencia de que no solamente segundas partes nunca son mejores, sino que sólo la eterna repetición es posible. Un más de lo mismo literalmente letal. Entonces, en una cultura no represora, el destino mantiene siempre la esencia del origen, y lo expresa de una forma renovada. Diferente. Creativa. Singular. Por eso, la celebración inalterable del origen es siempre reaccionaria. Apelar a un origen sacro, natural, divino, es el mandato que prohíbe cualquier desvío, que será sancionado con el anatema de la herejía. Y prolija y cruelmente castigado. En estos casos sería imposible la necesaria “revolución dentro de la revolución”, para impedir los mecanismos de burocratización y nivelación para abajo de todo tránsito institucional. En su origen, “gorila” señalaba a la derecha aristocrátrica y no tanto, enemiga brutal de todo intento de lucha popular. “Deben ser los gorilas, deben ser” que popularizó Delfor en la Revista Dislocada. Los gorilas eran la marca del anti pueblo, y no es casual que se
multiplicaran después de la Contra revolución Libertadora/Fusiladora. El antiperonismo fue el camouflaje de todos los que querían, aunque quizá de diferentes maneras, aniquilar y arrasar toda forma de poder popular. Ese fue el origen. O sea: claramente combativo, no necesariamente clasista, y con una lectura emocional y racional que podía identificar al enemigo. Cuando la Tendencia Revolucionaria cantaba  “que pasa general, que está lleno de gorilas el gobierno popular” o “conformes, conformes general, conformes los gorilas, el pueblo va a luchar”, ya se producía un extravío. Porque gorila era la esencia del antiperonismo. Y esos cantos, llevados a su extremo límite, debían concluir que el general Perón también era gorila ya que de gorilas se rodeaba. O sea: “gorila” de 1974 no era el “gorila” de 1955. Se podrá decir: todo cambia,  todo cambia, también cambian los gorilas. El tema a pensar es qué tipo de cambio es ese cambio. ¿Espiral dialéctica o derrape y vuelco? En la espiral dialéctica, retrocedemos para avanzar. En el derrape, avanzamos pero en la dirección contraria. Aunque nos aplaudan, sólo nos espera el precipicio. El abismo. La última voltereta, sin red y con el trapecio roto. Y a veces el tiro del final puede salir. En la actualidad kirchnerista, el diagnóstico, calificación, vituperio, de “gorila” se está usando tan, pero tan, pero tan, pero tan alejado de su origen que ya nadie en su sano y honesto juicio, puede reconocer al enorme simio. Que, exceptuando la Argentina, está en extinción. Estoy por escribir una versión actualizada del tango Malevaje del eterno Discépolo. Lo re bautizaré como Gorilaje, y por supuesto APE tendrá la exclusiva. El que quiera cantarlo, me avisa. Voy a decirlo con la mayor precisión que pueda, que  no es demasiada. “Gorila” hoy no quiere decir nada, o sea, nada importante. ¿Qué pueden tener en común Biolcatti con Bayer? Caramba, no lo había pensado. La B. Bueno, además de eso. Con precisión de la que yo carezco, que alguien me diga: ¿qué tienen en común? Lo único que yo veo que tienen en común es que nada tienen en común. Por eso hay diferentes especies de gorilas, con lo cual habría que adjetivar el sustantivo. Por ejemplo: “gorila ruralis”; “gorila anarquicus”; “gorila psicoanaliticus”. Como siempre, el humor es el espejo en el que nadie quiere mirarse. Señalar como gorila hoy ha perdido toda consistencia. No es que no haya, porque algo de lo viejo siempre queda, como decía mi abuela y metía en un cajón el sombrero de pana. Pero en un debate político, institucional serio, señalar como gorila al adversario es…(lo escribo aunque no quiero, porque hago muchas cosas que no quiero) gorila. O sea: arrasar con el otro, aniquilar pensamientos, erradicar opciones, decretar su muerte en vida, limpieza intelectual, proponer manipulación genético histórica, y otros extravíos.  Jorge Lanata es uno de los gorilas actuales. Su destino extravió su origen. Pero no lo anula. No lo extermina. Celebrar el aniversario de un diario que él inventó, sin mencionarlo, es otro extravío. La Librería que fundaron las Madres la bautizaron Osvaldo Bayer. Por algo fue. En el Primer Congreso de Salud Mental y Derechos Humanos que organizó la Universidad Madres de Plaza de Mayo, fui miembro del Comité Organizador. Presenté un libro y participé de cuatro paneles. En el informe que se entregó en el Segundo Congreso, no figuro. Vicente Zito Lema tampoco. Podemos ignorar la historia, pero nunca reconstruirla como si fuera un “mecano” o un “rasti”. Por eso creo que es mejor discutir con categorías actuales, que discriminar con cadáveres conceptuales. O mantenemos cierta coherencia con su origen, o abandonamos la tentación de golpear con palos que tienen diferentes astillas. A menos que la decisión política sea construir un masacote de críticos, opositores, enemigos, adversarios, de izquierda, progresistas, derechistas de centro, fascistas de extremos. A ese masacote donde quedan unidos biblia y calefón, masacote cambalache, donde todos somos manoseados, absolutamente discriminador y anti democrático, lo bautizo como Gorilopolio. Intuyo que la tarea de estos tiempos es desarmarlo.

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