martes, 26 de junio de 2012

A 10 años de la Masacre de Avellaneda

A 10 años de la Masacre de Avellaneda
Documento a 10 años de la Masacre de Avellaneda


Agradecemos su difusión
Lunes 25 y martes 26, todos y todas a
la Estación “Darío y Maxi” (ex Avellaneda) y al Puente Pueyrredón
A 10 años de la Masacre de Avellaneda:

Seguimos construyendo Poder Popular.
Por una Argentina sin hambre, sin saqueo ni explotación

A diez años de la represión que intentó acallar las luchas populares y se cobró las vidas de Darío y Maxi; en un contexto donde se reaviva la impunidad de los asesinos de Fuentealba, Kosteki y Santillán; en un momento político en el que las luchas de los trabajadores son judicializadas y criminalizadas; las organizaciones populares seguimos reclamando justicia, construyendo poder popular y gestando un nuevo proyecto de país, sin hambre, sin saqueo ni explotación.

La Masacre de Avellaneda, al igual que la rebelión del 19 y 20 de diciembre, provocó una indignación en todo nuestro pueblo y marcó a fuego a una nueva generación militante, para quienes los ejemplos de Maxi y Darío proyectaron un compromiso de lucha e intransigencia contra las injusticias que nos advierte sobre los peligros que entraña el posibilismo y la resignación.


En estos años los gobiernos kirchneristas adoptaron algunas medidas efectivamente progresivas, en muchos casos inspiradas en históricas reivindicaciones populares. Pero estas medidas no configuraron un programa integral capaz de superar la precarización del trabajo, el salario y la vida. La política de “sintonía fina” frente al impacto de la crisis internacional no ha resuelto sino profundizado el golpe de la inflación sobre los bolsillos del pueblo. El gobierno intenta poner techo a las paritarias, sostiene un sistema impositivo regresivo y a una gran masa de trabajadores precarizados y tercerizados. A la vez instala un discurso que condena y judicializa la lucha, como vemos que sucede hoy ante los distintos reclamos sociales y sindicales. A eso se suman problemas estructurales como la ausencia de una política integral de transporte público, que por su estado de abandono pone en riesgo la vida de nuestro pueblo como sucedió hace cuatro meses en la tragedia ferroviaria conocida como la Masacre de Once.

Entendemos que cualquier proyecto emancipatorio debe revertir la sobreexplotación y el saqueo de los bienes naturales por parte de corporaciones transnacionales; la “sojización” cada vez más extendida del campo; el modelo de la megaminería con las consecuencias socio ambientales que implica, así como el entramado industrial extranjerizado, concentrado, y basado en variadas formas de sobreexplotación de los trabajadores que sustenta este modelo productivo.

En el terreno de los derechos humanos, los avances en los juicios a los represores de la pasada dictadura no abarcaron a los responsables económicos, que aún siguen impunes. Es un buen paso el procesamiento a Blaquier, directo responsable de las muertes y desapariciones en el Ingenio Ledesma, pero los casos aislados no deben conformarnos. Exigimos juicio y castigo ya, también a los mentores y artífices civiles del genocidio. Del mismo modo y con el mismo énfasis luchamos por los derechos humanos de hoy: para que no se sigan invisibilizando la muerte de los luchadores y las luchadoras de los pueblos originarios o de países hermanos, para que no sigan quedando impunes los crímenes contra los sectores más humildes por el gatillo fácil o por la represión en las cárceles, que son verdaderos centros de criminalización de la pobreza; para que no continúe invisibilizada la muerte de mujeres por abortos clandestinos o por ser víctimas de las redes de trata para la prostitución. Al mismo tiempo decimos: ¡Abajo la ley antiterrorista!

El 2001 y la Masacre de Avellaneda dejaron un legado importante de experiencias organizativas de “los y las de abajo” que se extienden en los barrios, en los lugares de trabajo, en las aulas, en las asambleas. Y también en el plano cultural, artístico y simbólico, a partir de la ocupación de las calles en forma creadora, lo que se ve especialmente reflejado en la apropiación de la Estación que nuestro pueblo rebautizó con el nombre de Darío y Maxi, convertida en una muestra permanente de arte popular, y desplazando el nombre de Nicolás Avellaneda, ex presidente protagonista de la campaña de exterminio de pueblos originarios conocida como Campaña del Desierto, represor de huelgas de inquilinos, representante de las clases dominantes.

Por eso el desafío de las organizaciones populares pasa por reforzar la construcción de un proyecto político emancipatorio basado en una transformación estructural y cultural profunda de nuestra sociedad, sin mezquindades ni sectarismos, de carácter popular, anticapitalista, antipatriarcal, anticolonial, latinoamericanista y antimperialista, en una perspectiva socialista.

Hoy alzamos la voz frente a los crímenes del 26 de junio de 2002, los del 19 y 20 de diciembre y los asesinatos por represión en democracia. De Carlos Fuentealba y Mariano Ferreyra. De Rosemary Churapuña y Bernardo Salgueiro, asesinados en la represión del IndoamericanoDe Roberto López y Sixto Gómez, de la comunidad Qom de Formosa. De Cristian Ferreyra, asesinado por los sicarios del agronegocio en Santiago del Estero. De Mono, Jere y Patóm y, hace pocos días, de un nuevo asesinato cometido contra otro de los pibes de nuestros movimientos en Rosario. Alzamos la voz por las desapariciones de Julio López y Luciano Aurruga, y por el asesinato de Silvia Suppo. Porque en todos ellos y ellas y en tantos casos más, los reclamos de justicia sólo se verán redimidos cuando los culpables paguen, pero sobre todo cuando logremos poner en pie una Argentina donde no haya impunidad, ni hambre, ni saqueo ni explotación. Una Argentina de y para las grandes mayorías de nuestro pueblo, de los trabajadores y de las trabajadoras, de los campesinos y las campesinas, de los pueblos originarios, de los hombres y las mujeres, de las diversidades sexuales, de la juventud y de los y las estudiantes. Ese será el mejor homenaje y la mejor reivindicación que podamos hacer de nuestros compañeros caídos, que estarán presentes mientras nosotros sigamos luchando.

*Cárcel común, perpetua y efectiva a los autores materiales de los crímenes de Darío Santillán, Maximiliano Kosteki y Carlos Fuentealba

*Juicio y Castigo a Duhalde, Atanasof, J.J. Álvarez, A. Fernández y todos los responsables políticos de la Masacre de Avellaneda

*Contra la precarización laboral - Salario igual a la canasta familiar – 0% de IVA para los productos básicos. Por libertad y democracia sindical

*Por una Reforma Agraria Integral y Socialista – Por la Soberanía Alimentaria, Energética y Financiera de nuestro pueblo

*Basta de femicidios - Contra toda violencia de género - Aborto legal, seguro y gratuito

*Por el desprocesamiento de todos los luchadores y las luchadoras populares

*No a las bases norteamericanas y a la intervención imperialista - No al bloqueo de EEUU a Cuba

*Por la unidad y la autodeterminación de los pueblos de Nuestra América
A 10 años de la Masacre de Avellaneda
Por un país con soberanía popular
¡Por una alternativa política de los de abajo,
con democracia de base, asamblearia, y de lucha en las calles!
Lunes 25 y martes 26, todos y todas a
la Estación “Darío y Maxi” (ex Avellaneda) y al Puente Pueyrredón

Espacio “20 de diciembre”:

* Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Populares de Argentina (COMPA) (1)
* Corriente de Organizaciones (COB) La Brecha (2)
* Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) – Vía Campesina (3)
* CTA Capital
* MTD Aníbal Verón
* Quebracho
* Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
* Colectivo desde el Pie
* Agrupación Domingo Menna, Agrupación Kiki Lezcano, Casa del Trabajador Agustín Tosco, Corriente del Pueblo, Instituto Taki Ongoy, Jóvenes al Frente, Jóvenes Kurmi, Movimiento Campesino de Jujuy, Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social MULCS, Movimiento Tupaj Katari, Movimiento Unidad y Lucha



(1) COMPA: Frente Popular Darío Santillán, Juventud Rebelde-Rebelión; Organización Popular Fogoneros; Socialismo Libertario; CEIP-Cooperativa de Educadores e Investigadores Populares; Espacio Chico Mendes; Estudiantes Críticos Lanús; Garabatos la Aceitera; GEAL-Grupo de Estudios sobre América Latina y el Caribe; Casa de la cultura Los compadres del horizonte; Asamblea popular de Becar; Grupo AMAICHA; "PANGEA" Colectivo de trabajadorxs; FROP-Frente Riojano de Organización Popular; Grupo Ecologista Pro Eco; Cátedra Abierta de Estudios Americanistas; Centro Cultural de los Trabajadores; Atrapamuros -Colectivo de Educación Popular en Cárceles-; Agrupación Rodolfo Ortega Peña; Colectivo P.U.MA; Comedor Germinal; JAT -Juventud Anarquista de Tucuman; Organización Feminista Anticapitalista La Otredad; TIERRHA ; Colectivo La Minga; El Espejo; OTRAL - Organización de Trabajadores Rurales de Lavalle; Retamo; Minga - Grupo de Educación Popular; La Otra Voz ; Córdoba se Mueve ; Asamblea Permanente por los Derechos de la Niñez de General Pico –APDN-
(2) COB La Brecha: Frente por la Resistencia; Agrupación Universitaria La Cárcava; Cooperativa de Trabajo Cae Babylon; Sin Cautivas - Feministas por la Resistencia; La Ciega -Colectivo de Abogados Populares; El Galpón de Tolosa; Movimiento Cultural Hagamos Lo Imposible; CAUCE–UNLP;- CAUCE-UBA (Corriente Antiburocrática Universitaria Contra la Explotación); EPE; FOL-Frente de Organizaciones en Lucha; Organización Popular y Rebelde Villa Hidalgo
(3) MNCI- Vía Campesina: MOCASE de Santiago del Estero; MCC de Córdoba, UST de Mendoza; Red Puna de Jujuy; Encuentro Calchaquí de Salta; Mesa Campesina de Neuquén; Secupo de Buenos Aires.
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EL PAIS › LAS ORGANIZACIONES QUE FORMABAN LA COORDINADORA ANIBAL VERON, A UNA DECADA DE LA MASACRE DE AVELLANEDA

Diez años después

La Coordinadora Aníbal Verón, en la que militaban Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, estaba integrada hace diez años por tres grupos principales, los Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD) de Lanús, Solano y Florencio Varela. Luego de la represión que obligó a Eduardo Duhalde a convocar anticipadamente a elecciones, cada MTD tomó caminos diferentes. Hoy cuentan qué hacen, sus cambios políticos y cómo ven, a una década, la jornada del 26 de junio de 2002.
Entrevistas: Laura Vales
JUAN CRUZ DAFFUNCHIO, DEL MTD DE FLORENCIO VARELA Y CONCEJAL DE NUEVO ENCUENTRO

El camino de la politización

Imagen: Guadalupe Lombardo.
En 1997, Juan Cruz Da-ffunchio fue parte del grupo que organizó el Movimiento de Trabajadores Desocupados en Florencio Varela. Unos años más tarde, cuando se armó la Aníbal Verón, su MTD había logrado un fuerte poder de movilización en los barrios de ese municipio del sur del conurbano. Podían mantener cortes de ruta de varios días, hicieron uno incluso que llegó a los quince días, una extensión impensable para otros MTD de la Coordinadora. Los de Varela se asumían guevaristas, usaban pañuelos o pasamontañas para taparse la cara, iban con palos a las marchas; tenían una imagen de- safiante.
Poco antes de la Masacre de Avellaneda, como parte de las campañas que la mayoría de los grandes medios armaban para demonizar a los piqueteros, un diario publicó una foto que los mostraba como si fueran guerrilleros en el monte; los acusaban de estar haciendo entrenamiento militar. El planteo era una exageración, pero la foto era cierta: los más jóvenes se juntaban en la zona de Bosques y ahí se entrenaban para enfrentar a la policía. Aprendían a manejar los palos y cosas por el estilo.
Daffunchio era entonces el principal referente del MTD de Florencio Varela. Por todo este perfil, fue una sorpresa que a partir del 2003 liderara el acercamiento de su MTD –que se quedó con el nombre de Aníbal Verón– al gobierno nacional. La sintonía había empezado cuando Néstor Kirchner invitó a los familiares de Kosteki y Santillán y a los dirigentes piqueteros a la Casa Rosada.
“Nosotros, que veníamos de la Masacre de Avellaneda y veíamos llegar a Néstor acompañado por Duhalde, desconfiábamos. Por eso al principio no prosperó. Nos juntamos dos veces. A la distancia resulta entendible que no se diera, porque exigíamos medidas que el Gobierno tomó mucho después, cuando ya era presidenta Cristina. No había en ese momento condiciones materiales para acceder a lo que pedíamos, como la Asignación Universal por Hijo”, recuerda.
–¿Cuándo decidieron sumarse al kirchnerismo?
–Fue un proceso. Aunque simpatizábamos con Kirchner, entre los movimientos que veníamos de pasar juntos la resistencia había sectores que tenían una posición mucho más dura que la nuestra y no querían negociar con el Gobierno, sobre todo los grupos de la izquierda trotskista. En aquel momento optamos por hacer una alianza con la izquierda y confrontar con el Gobierno por las reivindicaciones. Terminamos mal, expuestos por la derecha y por izquierda como siempre, fracturados. Al plan de lucha lo hicimos en el Puente Pueyrredón mientras el resto de las fuerzas acampaban en la Plaza de Mayo, o sea divididos. Clarín y los sectores más conservadores presionaban al Gobierno para que reprimiera. Hay que reconocerle a Néstor que, si bien armó esa fuerza policial de los pacificadores, jamás reprimió. Para cuando Cristina lanzó su candidatura dimos un apoyo, y con la 125 nos terminamos de convencer.
–¿Hubo continuidad entre lo territorial y la política?
–Esa estructura que hace diez o quince años organizó piquetes en Florencio Varela fue la que se capacitó por ejemplo para ser fiscales en la elección, los que hicieron la campaña. En los barrios donde nosotros tuvimos más presencia en la época de la resistencia, nos fue muy bien. En las zonas donde no había trabajo territorial todo se nos planchó.
–¿El MTD sigue existiendo?
–Las bases sociales existen, las asambleas se siguen realizando, el trabajo social sigue, pero tomamos el camino de politizarnos.
–A diez años, ¿cómo entiende lo que pasó el 26 de junio?
–Lo veo como un correlato organizado de la explosión popular del 19 y 20 de diciembre. Mucho más pequeño, por supuesto, en cantidad, pero con una consistencia política que determinó que (Eduardo) Duhalde se tuviera que ir. Al mismo tiempo, cuando llega esta fecha lo que vuelve es un gusto amargo. Pero la lectura general es ésa.
–¿Lo veían así en ese momento?
–Veíamos que no teníamos otros caminos que salir a resistir, salir a la confrontación en términos políticos, continuar con la protesta. Nosotros lo discutimos mucho. Si no avanzábamos, si no confrontábamos con esa postura irreductible que tenía el gobierno de Duhalde que era reprimir... porque (el ministro de Economía) Lavagna se estaba por sentar con el FMI y el Fondo le reclamaba mayor control social a cambio de una refinanciación de la deuda, es decir que le estaba pidiendo a Duhalde que reprimiera. En ese contexto nos pusieron un cepo mediático y político, y nosotros decidimos romper con ese cepo porque si no, no podíamos seguir ejerciendo la representación de un montón de personas que estaban en situación de vulnerabilidad. De poder cambiar algo, haría lo imposible para evitar las muertes, pero la decisión política fue correcta, tanto que desencadenó otros hechos que, aunque no fueron los únicos, nos plantaron en esta situación en el país.
–Hoy es concejal de Nuevo Encuentro. ¿De qué temas se ocupa un ex piquetero como concejal?
–Lo que hago es abordar la labor institucional que me compete. Si bien hay una tendencia a lo social, trabajo en todo lo que corresponde a un concejal. Porque una cosa es que haya un modelo que excluye y reprime y otra cosa es cuando empieza a caminar un proyecto político que hace andar al país. Dejás de ser un organizador de la resistencia que pide cosas para pasar a ser parte, desde el punto de vista político, del proyecto nacional y popular. Además, este proceso puso a la política en el centro, ya no es la resistencia a un modelo lo que está en el centro. Hoy todo aquel que esté lejos de la política está fuera del centro de la escena. Lo que intentamos es consolidar en votos todo eso que hicimos durante los ’90. Creo que es lo que debemos hacer los dirigentes sociales, como una manera de brindarle herramientas a Cristina para que profundice el modelo.
NEKA JARA, DEL MTD DE SOLANO

Una nueva identidad

Imagen: Rafael Yohai.
Autonomía, horizontalidad y democracia directa eran las ideas con las que se identificaba a los piqueteros de la Coordinadora Aníbal Verón. Esas prácticas tenían como principal difusor al Movimiento de Trabajadores Desocupados de Solano. En el vacío político de la época, habían logrado mucha fuerza y se contagiaban con rapidez al interior de la militancia de la izquierda no partidaria.
De Solano salían las propuestas más diferenciadoras de la Verón, y en ese sentido eran ellos los que, en el 2002, le daban identidad política al movimiento. Sin embargo, después de la represión en Avellaneda, los integrantes de Solano se retrajeron de la escena pública. Adoptaron un perfil bajo, el más bajo de todos los posibles. Mientras los otros MTD empezaban a hacer del puente su lugar, cortándolo los 26 de cada mes para impulsar el reclamo de justicia, haciéndose más visibles desde el Pueyrredón, ellos decidieron dejar de ir.
Neka Jara explica las razones: “Cuando llegamos al puente formábamos parte de la Aníbal Verón. Después de la represión, las diferencias que teníamos entre los grupos que coordinábamos ahí, que eran diferencias políticas y también de prácticas, se profundizaron. Dentro de esas diferencias estaba también lo que significaba para nosotros la acción directa. A nosotros, sostener acciones de lucha reivindicativas sobre la memoria de lo que pasó en el puente Pueyrredón nos pareció una contradicción”.
–¿Por qué?
–Porque el asesinato de los chicos, la represión, los compañeros heridos de bala, las torturas psicológicas en la comisaría, merecían para nosotros otro nivel de elaboración. No estoy diciendo que no había que reclamar justicia, sino que nos pareció que la justicia se construía desde otro lugar, que además de reclamarla hay que construirla con los compañeros que quedan. Y por otro lado sentimos que el tema de los piquetes estaba agotado. A partir de eso empezamos a meternos más dentro del barrio, a fortalecer espacios de pensamiento, grupos de trabajo, a tratar de concretar los proyectos productivos que teníamos.
–¿Y eso transformó el movimiento en otra cosa?
–Se fue transformando de a poquito... Lo que fue esa identidad fuerte de desocupados se fue desarmando de a poco y se fueron construyendo grupos con otras características. Como MTD, nos daba la sensación de que teníamos que construir otro tipo de movimiento, no sólo con desocupados sino con otros grupos que se habían acercado, de arte, de salud, de comunicación, y a los que un planteo de MTD no incluía.
–Hoy no son MTD.
–No. Somos Movimiento de Colectivos.
–Pero siguen trabajando territorialmente.
–Sí. Estamos trabajando en salud, en educación. Tenemos un centro de salud comunitario.
–Imaginemos que llega a su movimiento un adolescente que no vivió el 2002. ¿Cómo le contaría lo que pasó en el Puente?
–Le diría que en ese tiempo había una situación económica y política crítica, muy difícil. Que había personas que desde hacía tiempo se venían organizando por eso, construyendo espacios, reinventando la vida, y que en medio de todo el proceso de lucha y de resistencia... porque había una resistencia a muchas cosas, a entregarse y a quedarse esperando una solución que no iba a venir de ningún lado, a etiquetarse como desocupado, y mucha valentía para poder pensar desde el conurbano cómo salir adelante... El Puente Pueyrredón fue un poco como una llegada de ese proceso, pero al mismo tiempo también significó un quiebre, porque en esa acción directa fueron asesinados compañeros.
–Con el kirchnerismo, algunos reclamos de los movimientos sociales comenzaron a tener respuesta. ¿Cómo lo vivieron?
–Por un lado, muchos compañeros nuestros están conformes con el kirchnerismo, lo que no quiere decir que el movimiento esté relacionado con el Gobierno, sino que vemos bien algunas cosas que ayudaron a mejorar la calidad de vida. Por otro lado, vemos que hay un montón de cosas que están pendientes. No podemos hablar de una transformación radical, pero sí de que hubo una oxigenación en varios aspectos. El tema de las jubilaciones... nosotros estamos trabajando con el programa Argentina Trabaja y pudimos avanzar muchísimo, pero vemos que la desigualdad sigue estando. Estos lugares donde vivimos siguen estando empobrecidos. Radicalmente no hubo cambios importantes.
–Decía que la represión en el Puente significó en parte un quiebre. Si existiera una máquina del tiempo y pudieran volver al 26 de junio, ¿qué harían distinto?
–Las cuestiones de seguridad. Esto de la exigencia colectiva, la exigencia entre nosotros mismos... lo que tenga que ver con el cuidado del otro... Eso es lo que habría que repensar. Como el caso de Darío, que se quedó con otro compañero en la estación. Más allá de que fue heroico lo que Darío hizo, hay un debate pendiente y es cómo aprender a cuidarnos colectivamente.
ADRIANA PASCIELLI, DEL MTD DE LANUS

Organización multisectorial

Imagen: Rafael Yohai.
A un lado de la estación Avellaneda hay un polo textil y un anfiteatro. Su historia es parte de lo que siguió al 26 de junio de 2002. Después de los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, la estación fue cerrada; liderado por el MTD de Lanús, un conjunto de organizaciones de desocupados la reabrieron, la rebautizaron Estación Darío y Maxi y mantuvieron a lo largo de los años la nueva señalización, convirtiendo al lugar en un escenario del reclamo por justicia. Finalmente, lograron que el espacio les fuera cedido.
Adriana Pascielli conoció las dos épocas. Empezó a militar a mediados del 2001 en el barrio La Fe –“donde uno de mis compañeros era Darío”, cuenta–- y desde entonces continúa en el MTD. En esos diez años el MTD de Lanús, asociado a otros asentamientos y sectores, se transformó en el Frente Darío Santillán. En este camino, la organización buscó también extenderse a otras áreas.
–Cuando creamos el Frente ya nos planteamos como una organización social y política multisectorial, con un sector estudiantil, un sector de trabajadores, un sector territorial. Hace poco se sumaron además compañeros del sector rural.
–¿Cambió lo que hacen en los barrios?
–Lo que fue variando es que sumamos actividades, como talleres para jóvenes, de música, de arte, un espacio de género. Seguimos con lo que hacíamos, pero que hace diez años era una cosa incipiente. En La Fe, por ejemplo, había una panadería mínima y hoy tenemos una panificadora con horno rotativo y un montón de cosas que permiten que más compañeros trabajen por un salario. El horno no es el horno a leña o el horno reciclado que teníamos entonces. En ese sentido logramos muchos avances, tanto en maquinarias como en la capacidad de los compañeros, que estudiaron oficios.
–¿Esos emprendimientos ya generan ingresos propios?
–Sí, entre los compañeros hay muchos que, además del cobro del Plan Argentina Trabaja, que es de 1200 pesos, producen en su núcleo productivo y así retiran un plus. La hora de trabajo es una de las maneras que encontramos en estos ensayos nuestros de cómo producir y distribuir lo que generamos. Otra cosa que dio un salto muy grande en los últimos 5 años fueron los bachilleratos populares, que hoy funcionan en muchos de los lugares donde estamos. Pudimos abrir en todos los barrios más centros comunitarios, más lugares de trabajo. En los últimos dos años empezamos a abrir radios comunitarias de alcance local.
–El Frente ha mantenido una postura crítica con respecto al kirchnerismo.
–Seguimos haciendo lo que antes, aunque entendiendo que hay una diferencia de contexto. Pero creemos que las cosas que se consiguieron en estos años son producto de las luchas aquellas. Es difícil pensar cualquier cosa que haya hecho este gobierno sin un 2001 y 2002 previo.
–¿Cómo se definen hoy políticamente?
–En el documental que hizo Miguel Mirra sobre Darío hay un video en el que él aparece explicando “somos una organización social con cada vez más definiciones políticas”. Esa definición habla de lo que somos todavía: una organización político social, multisectorial, que se propone la autonomía, el cooperativismo, generar aquí y ahora nuevas relaciones sociales, prefigurar una sociedad cooperativa donde haya una propiedad social de los medios de producción.
–¿De qué organizaciones están cerca?
–Con las que más coincidencia tenemos son con las que siguen siendo independientes de los gobiernos. El Frente de Organizaciones en Lucha, el MTD Aníbal Verón-Nueva Fuerza, el movimiento popular la Dignidad. Nosotros formamos parte de la Compa, la Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Populares de la Argentina. Buscamos articular luchas con las organizaciones que planteen autonomía e independencia del Gobierno. Esto no significa confrontar siempre con el Gobierno, pero sí mantener una autonomía.
–Como Frente, en estos años se ocuparon de impulsar el juicio a Fanchiotti y los escraches a Eduardo Duhalde. ¿Qué balance hacen de ese esfuerzo?
–Creo que la Masacre de Avellaneda fue uno de los pocos casos, tal vez el único, que a los cuatro años ya tenía condenados y presos a los autores materiales. Eso fue producto de la lucha. Duhalde pagó un costo político por los escraches. Al mismo tiempo, no dejamos de indignarnos porque muchos de esos responsable políticos hoy son legisladores o tienen cargos en el Gobierno. Nosotros tomamos mucho el ejemplo de Hijos, y creemos que la condena social, cuando no hay condena efectiva, sirve. Hoy venimos de hacer una caravana a Baradero por los beneficios que le dieron a (el comisario Alfredo) Fanchiotti. La consigna de Hijos nos marcó a fuego. Nos parece que la condena a los autores materiales es muy importante, y que todavía falta resolver la condena a los autores políticos e intelectuales. No sólo de la Masacre de Avellaneda, sino también de los asesinos de Mariano Ferreyra, del de Carlos Fuentealba, de la desaparición de Luciano Arruga. Casos donde hubo no solamente autores materiales sino también responsables políticos que planificaron los asesinatos.

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